Ariana es una mujer que ha sido apaleada por las circunstancias de la vida, sin embargo, no concibe rendirse o abandonar a su esposo. Una mujer que sobrevivió a un año como el 2018, debe sobrevivir a los años que vengan.
Cuando Raidel Guerra fue detenido, Ariana no estaba en La Habana. “¿Cómo no voy a reconocer el cuerpo de mi negro?”, dijo Ariana en julio del 2021, al ver cómo retrasmitían en televisión nacional imágenes de las protestas del día once. Ella regresó inmediatamente de Matanzas, a pesar de la separación temporal que sufría la relación, porque supo que Raidel a esas alturas estaría preso.
Los centros de detención establecieron restricciones para llamadas y visitas por el azote de la pandemia en el país. Por tal razón, Ariana no pudo ver a su negro hasta el 29 de octubre posterior, cuando, curiosamente, todas las heridas en el cuerpo de Raidel estaban casi del todo sanas.
El recibimiento que le dieron a Raidel y a la inmensa mayoría de los detenidos que llegaban a la estación de la policía del Cotorro, fue el muy mentado somatón: dos hileras paralelas de policías hacían pasar por el medio a los esposados, y les aplicaban todo tipo de agresiones. Patadas en el estómago, en la cabeza, y en sus partes íntimas, fueron algunas de las que recibió Raidel, como parte de un proceso conocido en la jerga militar cubana como “reducción a la obediencia”.
En octubre de ese año, Raidel agradeció a la vida los nueve años que le había regalado junto a una mujer tan excepcional como su negra. Al pie del cañón, con él, a pesar de sus imperfecciones. No pudo costearle para él un abogado en los primeros días de su detención, pues no tenían cómo hacer cinco mil pesos tan fácilmente. Raidel comprobó un año más tarde que en muy poco podrían ayudar los abogados.
Él fue un hombre capturado por la policía mientras pedía a gritos, junto a centenares de vecinos, libertad y mejoras económicas. Sin embargo, estaba preso. A pesar de no agredir a nadie Fiscalía Provincial le imputó los delitos de Atentado y Desórdenes Públicos.
El 1ro de agosto de 2022 Raidel Rafael Guerra Godínez fue sentenciado a pasar 9 años en la prisión de Valle Grande, el mismo tiempo que llevaba de relación con su negra.
Raidel y Ariana unieron sus caminos en el 2013. El pasado de ambos está hilado por orfandades tempranas y rechazo familiar.
Ariana Barroso Moreno vino de Santiago de Cuba a La Habana, junto a su madre y sus hermanas, buscando una mejor calidad de vida, buscando más posibilidades de luchar y ganarse la vida. Raidel la conoció en el reparto Luyanó Moderno, del municipio capitalino de San Miguel del Padrón.
Al poco tiempo de romance se ajuntaron, y se entregaron al trabajo intenso de la reventa. En la cercana Feria de la Cuevita, compraban productos del hogar a precios baratos, y zapateaban municipios más alejados para revenderlos a un precio mayor. En un día podían pasarse, cada uno, en diferentes locaciones, más de 7 horas caminando.
Las condiciones en Los Mangos son bastante críticas. Este asentamiento no legalizado por las autoridades del Gobierno Municipal ni de Vivienda, está compuesto por más de 30 familias, que como la de Ariana, emprendieron camino a la capital desde ciudades con menos actividad económica y posibilidades de prosperar.
Allí se sienta Ariana a llorar la ausencia de su negro. Reconoce que sin él, no tiene los mismos deseos de levantarse de madrugada a ir a trabajar, de cocinar, y a veces, ni de vivir.
Han sido un apoyo el uno para el otro, y ella no entiende, cómo su esposo deba pasarse los próximos 9 años encerrado por simplemente gritar consignas de libertad.
Ariana sabe que Raidel nunca tuvo inclinaciones o pretensiones políticas. Raidel salió a la calle, el 11 de julio de 2021, como la inmensa mayoría de los cubanos, y con el mismo hastío de los pasados años.
Poner un plato a la mesa se hizo un reto, pero ahora Ariana desearía tener a su esposo al lado, para hacerle un buen potaje de frijoles colorados.
Se sienta con una foto en la mano, y le cae una pequeña lágrima. La foto data del 2018, el año que pensó que no sobreviviría.
En la foto hay una bebé pequeña vestida de rosado. Yusimy de la Caridad Guerra Barroso, fue como llamaron a la primera de las hijas de este matrimonio. La niña no soportó seis paros respiratorios, y con solo 15 días de nacida, falleció.
Ariana mira la foto, piensa en su negro, en la fuerza que recibió de él para seguir adelante, y lo extraña una vez más. En un solo llanto no cabe tanta tristeza.
Pero que va. A la mañana siguiente Ariana debe estar en pie temprano para ir a la visita de su negro, para darle fuerzas una vez más, para darle una esperanza que ni ella misma ha logrado alcanzar.