Cuando Jonathan Torres Farrat veía a los oficiales acercarse a su celda ese mes de mayo de 2022, sabía exactamente a qué iban. Todos los días era lo mismo, sin cambios en el guion. Le mostraban un papel con muchas palabras impresas. No cualquier papel, ni palabras cualquieras. Aquella carta, firmada incluso, era su carta de libertad.
“Podemos entregártela ahora mismo”, le decían, “puedes salir de aquí, ir para tu casa, estar con tu mujer, con tu hijo…”. La condición para entregársela también era la misma todos los días: “Dile a tu mamá que se calle. Que deje de hacer denuncias y publicar en redes sociales”.
Día tras día, Jonathan, de apenas 17 años, rechazó el papel y se mantuvo en su celda, con la esperanza de que justamente las reclamaciones incansables de su madre, y no las promesas vacías de sus captores, lo sacaran de ahí.
Tampoco fue la primera vez que él vio una técnica parecida. En agosto de 2021, cuando fue detenido por su participación en las protestas del 11 de julio y encerrado en la Estación de Policía de Acosta, utilizaron la misma técnica con uno de sus compañeros de detención.
Todos los días lo sentaban, le mostraban un papel muy similar al usado con Jonathan y lo hacían ver un video de las protestas en su zona. El trato era: “Si identificas a cinco personas en el video, la carta de libertad es tuya”.
El muchacho se resistió algunos días, pero fue cediendo. Según le contó a Jonathan, el papel estaba hasta firmado. No podía ser falso. Finalmente, aceptó el trato y nombró a cinco personas con las que había tenido problemas cerca de su casa y que aparecían en el video. Le agradecieron, lo trasladaron hasta su celda, donde notó que se le habían retirado las sábanas y cualquier otro objeto con el cual pudiera atentar contra su vida, y lo volvieron a encerrar. La libertad nunca fue una opción.
Con esa experiencia, al joven Torres Farrat nunca lograron engañarlo, aunque las ganas de irse a casa con su mujer y su hijo de apenas un año fueran muy grandes.
Además, la petición que se le hacía era casi imposible. Desde que Jonathan fuera detenido, su madre, Bárbara Farrat, alzó tanto la voz que se hizo una de las voceras principales contra las injusticias ocurridas con los presos políticos del 11 y 12 de julio. Como ella misma ha dicho en varias ocasiones, su lucha comenzó por la liberación de su hijo, pero eso la convirtió en activista y su activismo ya va mucho más allá de su familia o de sí misma, ya no puede callarse ninguna injusticia.
El 23 de mayo de 2022, Bárbara pudo visitar a su hijo y le mostró por primera vez el tatuaje que se había hecho en la pierna izquierda: el rostro de él, para llevar siempre grabada la razón principal de su lucha.
Ese mismo día, más tarde, su abogado recibió una llamada. Inexplicablemente, Fiscalía había cambiado de opinión. Luego de que el 13 de agosto de 2021 aparecieran varios oficiales vestidos de civil en casa de los Farrat preguntando por Bárbara y, al plantarles cara Jonathan se lo llevaran y lo tuvieran 10 días sin ningún contacto con su familia y más de tres meses sin ver a ninguno de sus miembros; luego, también, de que se le pidieran ocho años de privación de libertad, de repente lo dejaron salir de prisión.
La multa monetaria fue de 3000 pesos, pero el precio fue mucho mayor. El joven de 17 años, en el momento de su detención, tenía una hipertrofia de 5 centímetros en el lado izquierdo del corazón. Tras cuatro meses sin asistencia médica y de que se le prohibiera a su madre enviarle medicamentos, salió con la misma hipertrofia, pero con 20 centímetros, y tomando cuatro veces la dosis de enalapril que tomaba antes, en un país en el que cada vez es más difícil encontrar y pagar cualquier medicamento.
Ahora, Jonathan debe enfrentar el resto de su vida y la crianza de su pequeño con el saldo que la injusticia del gobierno cubano le dejó a su salud.
Consulte aquí todos los datos del prisionero político Jonathan Torres Farrat en la lista oficial de Prisoners Defenders: https://lista.prisonersdefenders.org/prisioneros/jonathan-torres-farrat/